A continuación, el documento que presentó el Mg. Néstor Artiñano, integrante del Área de Género y Diversidad Sexual, Facultad de Trabajo Social, de la UNLP.
Pensar en sensibilizar, prevenir, sancionar y erradicar la discriminación y la violencia contra las mujeres, obliga a pensar en lógica de género. A la vez, que pensar desde el género, no implica pensar solamente en cuestiones vinculadas a la discriminación y a la violencia contra las mujeres, dado que el género, es entendido como una categoría relacional. En este sentido, siguiendo los aportes de Butler , es efecto de un conjunto de normas y prácticas que regulan la identidad e imponen un modelo de heterosexualidad obligatoria.
Sin embargo las identidades masculinas y femeninas no son inmodificables. Por lo contrario están en constante proceso de construcción y así el género es algo que se hace, y no una esencia inmutable. A través de las instituciones, estas normas son impuestas a los individuos desde antes de su nacimiento, como modelo de identificación, instalándose en nuestra constitución identitaria.El concepto de género se construye en sociedades concretas cuya base ideológica y política refiere a un sistema capitalista y con rasgos patriarcales. Es una parte constituyente de las miradas que realizamos sobre nosotras/os misma/os, sobre las/os otras/os, sobre las realidades y las relaciones que tenemos con las/os demás. Es desde esta concepción, con la que vamos a construir una sociedad que incluya y no discrimine. Los residuos del patriarcado aún vigentes, hacen a la existencia de una ideología sobre el mundo, que promueve e incide en las relaciones sociales, instaurando una sociedad que perpetúa la dominación y la exclusión social, económica, política y cultural.El género se constituye así en una categoría de análisis social de las relaciones entre varones y mujeres, varones y varones, mujeres y mujeres, y nos permite visibilizar las diferentes posiciones en el entramado de las relaciones económicas, políticas, sociales y culturales.
Así se podrá observar que en la construcción social del ser varones y ser mujeres no hay igualdad sino discriminación de género, como así también de clase, raza, edad, e identidad sexual.Otra cuestión a desanudar es la bipolaridad de los significados. Un Estado democrático debe ser un Estado que reconozca la diversidad. No la diversidad como algo ajeno, fuera de sí, como lo otro extraño, sino como una dimensión constitutiva de los sujetos en tanto sujetos que van siendo, en un mundo multidimensional que los construye y al que van produciendo.Salir de la bipolaridad, implica observar la complejidad de lo social fuera de la lógica binaria siempre valorativa, tales como varón-mujer o masculino-femenino, donde el primer elemento será el que se reconozca con jerarquía y mando sobre el segundo, y será quien no reconozca o invisibilice todo aquello que puede encontrarse en medio de ambos polos, todo aquello que podemos denominar como visibilización y reconocimiento de la diversidad.
Si queremos construir un espacio social que respete los derechos que sostienen la democracia, debemos comenzar a concebir la diversidad como una cuestión que nos caracteriza a todos, aun cuando aparezca que nuestra existencia transcurre dentro de los cánones hegemónicos, siempre en algún lugar somos, hemos sido o seremos diferentes, sintiendo que nuestra subjetividad puede desvanecerse en los márgenes del deber ser. Es necesario desarrollar y construir estrategias que involucren todos los campos de acción cultural encaminadas a romper con la dicotomía propio / extraño, para entender que la diversidad existe porque existe la interacción humana, y que es precisamente en el seno de dicha interacción, donde todos los sujetos involucrados aportan una parte de su ser, donde se crea la riqueza y dinamismo de la diversidad.
Este documento pretende aportar algunos elementos teóricos / prácticos que hacen a la construcción de una mirada desde la perspectiva de la diversidad, fortaleciendo un proceso de análisis, reflexión y construcción teórica y política que aporte a provocar rupturas en las miradas que naturalizan las desigualdades y opresiones producidas y reproducidas desde los orígenes del capitalismo y el patriarcado.El diseño de políticas públicas requiere de una multiplicidad de perspectivas y lecturas que aporten a la construcción de estrategias de intervención en lo social, abordando desde distintos ángulos y posiciones las relaciones de subordinación instaladas en la sociedad, a los fines de lograr una comprensión más amplia y compleja de la problemática social. Por ello consideramos que la mirada desde la perspectiva de género aporta elementos que contribuyen a la lectura y definiciones de estrategias superadoras, estrategias que permiten entender al género como algo más que un sinónimo de la problemática propia de la mujer, sino como una dimensión relacional que habilita a pensar y desenmarañar la jerarquía del hombre heterosexual, por sobre las mujeres, por sobre los hombres no heterosexuales y por sobre aquellos sujetos, aunque minoría, que no se reconocen como hombres ni como mujeres.